Todos en nuestros comienzos de inversión nos hemos hecho esta pregunta más de una vez. Es uno de los conceptos más básicos que hay y que todo el mundo debería conocer.
Al igual que vamos al mercado a comprar fruta y verdura, existen grandes mercados en cada país del mundo en los que se compran y venden los activos financieros. Estos mercados son los mercados bursátiles, también llamados comúnmente bolsa.
Cuando una empresa necesita dinero para invertir y seguir creciendo, tiene varias opciones:
- Ir al banco y pedir un préstamo
- Emitir deuda
- Utilizar el dinero generado por la empresa y guardado en una “hucha”
- Pedirle dinero a los socios, a socios nuevos, o ambas cosas
Pues bien, la bolsa sirve para organizar todas estas actividades, así que podríamos decir que la base de todo es que hay empresas que necesitan dinero para hacer inversiones (comprar maquinaria, stock, terrenos…), y hay gente como tú que quiere que su dinero le de rentabilidad.
La bolsa por lo tanto permite a muchas empresas obtener financiación para llevar a cabo todos sus proyectos, y a los inversores prestar su dinero para obtener una rentabilidad.
Pero, ¿qué pasa si luego ese inversor quiere recuperar su dinero? Pues que la bolsa garantiza, mediante la negociación que cada día se desarrolla en su ámbito, que los inversores recuperen su dinero al precio que esté en ese momento su inversión.
De manera que si queremos en algún momento dejar de invertir en alguna empresa, la bolsa es un mercado que nos permite poner en venta nuestra participación en el negocio o acción, para que otro inversor la pueda comprar.
Por lo tanto, la bolsa proporciona liquidez. Se entiende por liquidez la capacidad que tiene un activo en transformarse en dinero. Es decir, si yo quiero vender mi casa y tardo dos años en venderla, será poco líquida, en cambio si tengo unas acciones y las vendo en un minuto, serán muy líquidas.
La bolsa también es un buen instrumento para medir la situación de la economía. La estrecha relación entre la economía y la bolsa, permite que ésta última sea un buen indicador adelantado de la evolución económica.
Un ejemplo bastante claro lo tenemos cuando los bancos centrales bajan los tipos de interés. ¿Qué tiene eso que ver con la bolsa? Pues mucho. Si bajan los tipos, mis ahorros van a ser remunerados con unos tipos de interés más bajos, por lo que invertiré en empresas que, debido a la situación actual, puedan tener una mejor perspectiva de crecer al poder endeudarse a tipos más bajos y emprender nuevos proyectos que a la larga le generen una buena rentabilidad.
Si no soy el único que toma esta decisión y mucha gente decide invertir su dinero en estas empresas, la cotización de sus acciones subirá de precio.
Debo advertir de que aunque la teoría quede muy bien, la bolsa no es como las matemáticas donde 2+2 siempre son 4. Una cosa es la teoría, y otra la práctica.
Pero una empresa, ¿querría cotizar en bolsa para algo más que para financiarse? Pues normalmente si.
Una empresa que no cotiza es como una secta, todo el mundo la puede conocer, pero nadie sabe cómo funciona por dentro.
En cambio, cuando una empresa decide cotizar se expone a una serie de obligaciones, debido al hecho de que a partir de entonces tendrá como accionistas (o dueños) a múltiples personas a las cuales tiene que informar sobre la marcha del negocio.
Para que todas estas personas puedan tomar decisiones más eficientes, se requiere que la empresa tenga total transparencia y abra sus puertas para cualquier información que un socio quiera o necesite saber.
Cualquier noticia que sea transcendental, como cambios estratégicos, cambios en la cúpula directiva, adquisiciones de empresas, etc., debe comunicarse al mercado. Además deben cuidar su imagen para atraer a otros inversores cuando la empresa los necesite.
Por lo tanto, si hay tantas obligaciones a la hora de cotizar en bolsa ¿vale la pena? En general sí. El motivo principal es que la empresa recibe dinero de los inversores, diversificando así sus fuentes de financiación y no dependiendo tanto de los bancos.
La bolsa permite a los grandes accionistas de las empresas convertir sus participaciones en dinero, transformando el esfuerzo de muchos años de trabajo, tras haber fundado la empresa o haberle dedicado gran parte de su vida, en dinero líquido.
Otra razón es que al ser la bolsa tan líquida, las empresas puedan utilizar las acciones de la misma para remunerar o pagar a sus empleados o a los propietarios de otra empresa que se quiera comprar.
Además, el capital que se negocia en bolsa se reparte entre un número elevado de accionistas, por lo que el riesgo de que un grupo determinado de ellos se pueda hacer con el control de la empresa es bajo (que no inexistente).
Pero como todo tiene sus pros y sus contras, hay que matizar que cotizar en bolsa también tiene sus desventajas. Por ejemplo, los accionistas fundadores pueden perder poder en la toma de decisiones.
Las empresas que cotizan deben realizar también auditorías externas periódicas y utilizar las normas internacionales de información financiera, así como facilitar información periódica a sus accionistas y al mercado en general.
Hay que tener claro que no todas las empresas pueden cotizar, ya que los requisitos son exigentes.
En España, una sociedad debe tener un capital mínimo de 1,2 millones de euros, un minimo de 100 accionistas, excluyendo a aquellos que tengan una participación superior al 25%.
Por último y a modo de curiosidad, deciros que la palabra bolsa viene por el nombre de un edificio que perteneció a la familia Van der Buërse en Brujas. En este edificio, en el s. XIII se reunía la gente para hacer transacciones económicas. A lo que hacían y al lugar lo llamaban Buërse, bolsa en español.
Espero que os haya gustado y os haya servido para entender mejor qué es la bolsa y por qué una empresa querría cotizar en ella.
Buena inversión.